Esta oración, a pesar de la creencia popular, no fue escrita por San Francisco de Asís. Su origen se remonta al siglo XX, concrétamente en 1912. Apareció por primera vez en una revista francesa, un boletín de la Liga de la Santa Misa. Aunque aparecía como anónima puede atribuirse al sacerdote y fecundo escritor Esther Auguste Bouquerel. Años después, el padre capuchino Etienne Benoit imprimió
el texto de la oración en el reverso de una estampa con la imagen de
san Francisco, dirigida a los miembros de la Orden Tercera. Al pie de la
oración escribió: «Esta oración resume maravillosamentea la fisonomía externa del verdadero hijo de san Francisco». Ése puede ser considerado el origen de la confusión. Aún así, esta oración recoge a la perfección el carisma franciscano y el espíritu del pobrecillo de Asís.
¡Señor, haz de mí un
instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.